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Manabí: mi razón y mi rumbo

Nací en Quito, pero mi vida y mi corazón siempre han pertenecido a Manabí. Crecí viendo la fuerza de su gente, su capacidad para levantarse ante cualquier dificultad y el orgullo con el que trabajan quienes viven del mar, del campo o de sus propios emprendimientos. Esa identidad resiliente es lo que me inspira cada día.

Durante muchos años estuve vinculado al sector productivo. Desde ahí entendí que Manabí no carece de talento, sino de oportunidades. Tenemos tierra fértil, jóvenes preparados, comunidades con ideas y energía… pero seguimos enfrentando los mismos obstáculos de siempre: falta de inversión, burocracia, carreteras que no conectan y políticas que no escuchan al territorio.

Decidí entrar en política precisamente por eso. Porque me cansé de ver cómo la falta de gestión y de decisión frenaba el desarrollo de una provincia que podría ser una potencia agroindustrial y logística para todo el país. Entré en política no para cambiar de vida, sino para cambiar la forma en que se hace política: con resultados, con técnica, y con los pies en la tierra.

Hoy, desde la Asamblea Nacional, represento a Manabí con una convicción firme: nuestro desarrollo no debe depender del permiso de nadie. Trabajo para impulsar leyes que fortalezcan la pesca, la agricultura y el emprendimiento local; para que nuestros jóvenes encuentren oportunidades aquí, sin tener que migrar; y para que cada cantón tenga voz en las decisiones que afectan su futuro.

Manabí no es solo mi territorio, es mi causa. Todo lo que hago, lo hago con la certeza de que esta provincia tiene lo necesario para liderar el desarrollo del Ecuador. Solo necesitamos creerlo, defenderlo y trabajarlo juntos. Ese es mi rumbo, y también mi compromiso.

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